jueves, 8 de agosto de 2013

Universos paralelos.

¿Jamás habéis pensado en la posibilidad de que existan universos paralelos al nuestro? Universos en los que hayan influido todas y cada una de nuestras decisiones, como subir o no a esa estantería y coger el chocolate que nuestra madre tenía guardado, cruzar o no la calle a pesar de que había un coche aproximándose, no ayudar a ese desconocido que parecía perdido, no estar en el momento justo en el lugar donde conocimos a esa persona… Millones de decisiones, importantes y nimias, centenares de pequeños detalles que podrían haber cambiado el curso de todo con un ligero soplo de aire…y todas y cada una de ellas, plasmadas en un universo distinto.

¿Qué habría pasado si no hubieses intentado coger el chocolate de esa estantería? En un universo, ese niño no se habría caído de la encimera, en otro no habría roto la vajilla, en otro habría estado jugando en la calle y se habría caído y hecho una herida… ¿Y si lo hubiese hecho? Podría haber pasado todo esto,  podría no haber pasado, o pasar algo completamente distinto.

¿Y si no hubiésemos cruzado la calle justo antes de que ese coche nos atropellase? En un universo habríamos cruzado a tiempo, en otro por los pelos porque alguien nos entretuvo hablando medio minuto más de lo “planeado”, en otro el coche podría habernos atropellado, haber frenado en seco o no circular por esa calle.

¿Y si no hubiésemos estado en ese lugar concreto, a esa hora exacta, el mismo día que conocimos a esa persona? ¿Habría sido todo igual? ¿Podríamos no haberla conocido? ¿Y si jamás tuvimos esa oportunidad? Quizá, en un universo paralelo de aquellos en los que hayamos nacido porque se dieron las condiciones oportunas en un tiempo determinado, ni siquiera existiese dicha persona. ¿Y qué sería de nosotros ahora?
Quizá en otro universo seamos del sexo opuesto, seamos más altos, más bajos, quizá tengamos una discapacidad mental o física, o quizá seamos superdotados. Quizá, en otro distinto, hayamos nacido en un país aleatorio, con otro idioma, con otro color de piel, con gustos musicales distintos, o directamente no hayamos nacido.

Todo lo que ahora nos parece imprescindible, toda la tecnología, nuestro alrededor, nuestros amigos y familia, nuestras mascotas…todo eso es imprescindible en nuestras vidas porque nosotros lo hacemos o queremos así.

Por supuesto que podríamos vivir sin móvil, podríamos vivir lejos del parque donde vamos a pensar cuando necesitamos estar solos, podríamos vivir sin nuestra familia, sin nuestros mejores amigos…pero no queremos. Tenemos el poder de mantener casi todo esto o cambiarlo. La iniciativa es nuestra, y tarde o temprano, si realmente quisiéramos eso, conseguiríamos nuestro objetivo. Lo único contra lo que no podemos luchar es la muerte. ¿O también tuvimos la oportunidad de cambiar eso en algún momento aún no sabiéndolo? ¿Y si hubiésemos llamado a nuestro padre al móvil y hubiese frenado en un arcén a hablar con nosotros al mismo tiempo que ese camión que iba delante de él  chocaba unos kilómetros más adelante  y provocaba un accidente mortal para varios vehículos? ¿Y si la madre de nuestra amiga no le hubiese dejado salir aquella noche en la que la asesinaron cuando volvía de vuelta a casa, diez minutos antes de lo acordado?

Voluntaria o involuntariamente podríamos controlar esas situaciones, pero no el tiempo…el tiempo jamás. Pasa inexorable. Así duela, así acabe con un momento feliz, así acabe con una vida…jamás para.
Podemos pasarnos la vida preguntando qué habría ocurrido si hubiésemos o no hecho algo, qué habría cambiado de ser así, qué se habría mantenido…

Muchas veces me da por pensar que hay una yo en un “nivel” superior, capaz de conseguir todo lo que se propone y que lleva una vida de la que se sienta orgullosa, y otra que, por el contrario, esté en un lugar completamente distinto del que me encuentro yo, sin esa gente a la que quiero, con problemas distintos y más lejos de lo que estoy yo ahora de mis… de “nuestras” metas.

Después de esta cadena de sandeces sin sentido ni utilidad, lo único que puedo decir y sacar en claro es que aspiremos siempre a ese Nosotros que se encuentra en un nivel superior, que poco a poco vayamos luchando por conseguir nuestras metas, y que jamás paremos de avanzar, aunque sólo sea un milímetro.


Si habéis continuando leyendo después del segundo párrafo, sólo puedo os puedo agradecer que hayáis soportado tanta idiotez. 
Si no, seguramente hayáis aprovechado vuestro tiempo en algo más productivo. Felicidades.

martes, 6 de agosto de 2013

Magia.

Letras. Simples líneas dibujadas en un papel, en una pantalla, en la piel, en el suelo… extraños garabatos que un día alguien empezó a utilizar para enseñar a otros sus pensamientos, para que durasen, o simplemente para liberarlos.
Trazos que por sí solos no tienen sentido alguno, pero juntos pueden contar la más bella historia o el más terrible desenlace.
Simples siluetas como las que estás observando ahora mismo.
El cielo azul. El estanque con patos. La música provocada por unos pasos.  La niña violada por su padre. El bebé asesinado cruelmente. Pueden evocar millones de cosas. Pueden evocarlo todo. Dártelo o quitártelo. Pueden hacerte sonreír, pueden hacerte llorar, hacer que sientas asco, odio, rabia… ¿Acaso hay algo que no puedan hacer unidas? 

Age quod ages.

                            

“Haz lo que haces”. Es algo que tenemos que repetir demasiadas veces. Demasiados planes por empezar, demasiadas ideas sin concretar...nada en marcha. Nos perdemos en divagaciones sobre lo que queremos, lo que merecemos, cómo conseguirlo, a quién acudir, qué medios emplear…nos perdemos en los detalles y no alcanzamos el verdadero fin, lo importante.

Planeamos incluso cuántas veces respiraremos, cuántos pasos daremos, y nos aseguramos que no nos saldremos del camino marcado por nosotros mismos aunque sepamos que no será así.

Olvidamos la esencia de lo que nos ha llevado a planear todo eso, perdemos el norte, y eso es lo que nos hace caer.

Aceptamos consejos de muchos, cuando son menos de la mitad los que realmente nos ayudarán. Consejos de infinitos tipos de personas. De quienes siguen sus palabras. De quienes intentan seguirlas. De quienes desearían hacerlo. Y hasta de quienes ni siquiera piensan lo que dicen y acaban convirtiéndose en adversarios de sus propias palabras.
Y cuando queremos darnos cuenta…cuando queremos darnos cuenta estamos haciendo todo lo contrario para alcanzar esa meta. Lo sabes y lo sé. Y no sólo ha ocurrido una vez.
Caeremos. Caeremos una, dos, tres, veinticinco, ochenta veces. Pero para poder caer una segunda, y una tercera, primero hay que levantarse, y con cada esfuerzo por levantarnos aprendemos una breve regla de los millones que hay. Y cuando vuelva a presentársenos el mismo problema, es decisión nuestra aplicar lo aprendido o volver a errar.

Podemos hacernos las víctimas, queriendo o no, y decir que no podemos más, que todo es horrible y que no merecemos esto, pero ya lo dijo Heráclito…"panta rei". Todo pasa. Al poco tiempo, sin darnos cuenta siquiera, ya nos habremos levantado y habremos aprendido algo más, útil o no.

No todo lo que nos pase será bueno, ni bonito, ni agradable de recordar, pero esa es la magia, lo que incita a continuar, el mejorar, el descubrir.


Así que tómalo como un reto, como algo inherente a existir o como una tortura, pero es mejor sentir dolor que ignorar que ésto se acabará y que no hemos sabido disfrutar de los buenos ni de los malos momentos.