¿Jamás habéis pensado en la posibilidad de que existan
universos paralelos al nuestro? Universos en los que hayan influido todas y
cada una de nuestras decisiones, como subir o no a esa estantería y coger el
chocolate que nuestra madre tenía guardado, cruzar o no la calle a pesar de que
había un coche aproximándose, no ayudar a ese desconocido que parecía perdido, no
estar en el momento justo en el lugar donde conocimos a esa persona… Millones
de decisiones, importantes y nimias, centenares de pequeños detalles que
podrían haber cambiado el curso de todo con un ligero soplo de aire…y todas y
cada una de ellas, plasmadas en un universo distinto.
¿Qué habría pasado si no hubieses intentado coger el
chocolate de esa estantería? En un universo, ese niño no se habría caído de la
encimera, en otro no habría roto la vajilla, en otro habría estado jugando en
la calle y se habría caído y hecho una herida… ¿Y si lo hubiese hecho? Podría
haber pasado todo esto, podría no haber
pasado, o pasar algo completamente distinto.
¿Y si no hubiésemos cruzado la calle justo antes de que ese
coche nos atropellase? En un universo habríamos cruzado a tiempo, en otro por
los pelos porque alguien nos entretuvo hablando medio minuto más de lo “planeado”,
en otro el coche podría habernos atropellado, haber frenado en seco o no
circular por esa calle.
¿Y si no hubiésemos estado en ese lugar concreto, a esa hora
exacta, el mismo día que conocimos a esa persona? ¿Habría sido todo igual?
¿Podríamos no haberla conocido? ¿Y si jamás tuvimos esa oportunidad? Quizá, en
un universo paralelo de aquellos en los que hayamos nacido porque se dieron las
condiciones oportunas en un tiempo determinado, ni siquiera existiese dicha persona.
¿Y qué sería de nosotros ahora?
Quizá en otro universo seamos del sexo opuesto, seamos más
altos, más bajos, quizá tengamos una discapacidad mental o física, o quizá
seamos superdotados. Quizá, en otro distinto, hayamos nacido en un país aleatorio,
con otro idioma, con otro color de piel, con gustos musicales distintos, o
directamente no hayamos nacido.
Todo lo que ahora nos parece imprescindible, toda la
tecnología, nuestro alrededor, nuestros amigos y familia, nuestras mascotas…todo
eso es imprescindible en nuestras vidas porque nosotros lo hacemos o queremos
así.
Por supuesto que podríamos vivir sin móvil, podríamos vivir
lejos del parque donde vamos a pensar cuando necesitamos estar solos, podríamos
vivir sin nuestra familia, sin nuestros mejores amigos…pero no queremos.
Tenemos el poder de mantener casi todo esto o cambiarlo. La iniciativa es
nuestra, y tarde o temprano, si realmente quisiéramos eso, conseguiríamos
nuestro objetivo. Lo único contra lo que no podemos luchar es la muerte. ¿O
también tuvimos la oportunidad de cambiar eso en algún momento aún no
sabiéndolo? ¿Y si hubiésemos llamado a nuestro padre al móvil y hubiese frenado
en un arcén a hablar con nosotros al mismo tiempo que ese camión que iba
delante de él chocaba unos kilómetros
más adelante y provocaba un accidente
mortal para varios vehículos? ¿Y si la madre de nuestra amiga no le hubiese
dejado salir aquella noche en la que la asesinaron cuando volvía de vuelta a
casa, diez minutos antes de lo acordado?
Voluntaria o involuntariamente podríamos controlar esas
situaciones, pero no el tiempo…el tiempo jamás. Pasa inexorable. Así duela, así
acabe con un momento feliz, así acabe con una vida…jamás para.
Podemos pasarnos la vida preguntando qué habría ocurrido si hubiésemos
o no hecho algo, qué habría cambiado de ser así, qué se habría mantenido…
Muchas veces me da por pensar que hay una yo en un “nivel”
superior, capaz de conseguir todo lo que se propone y que lleva una vida de la
que se sienta orgullosa, y otra que, por el contrario, esté en un lugar
completamente distinto del que me encuentro yo, sin esa gente a la que quiero,
con problemas distintos y más lejos de lo que estoy yo ahora de mis… de “nuestras”
metas.
Después de esta cadena de sandeces sin sentido ni utilidad,
lo único que puedo decir y sacar en claro es que aspiremos siempre a ese
Nosotros que se encuentra en un nivel superior, que poco a poco vayamos
luchando por conseguir nuestras metas, y que jamás paremos de avanzar, aunque
sólo sea un milímetro.
Si habéis continuando leyendo después del segundo párrafo,
sólo puedo os puedo agradecer que hayáis soportado tanta idiotez.
Si no,
seguramente hayáis aprovechado vuestro tiempo en algo más productivo. Felicidades.
Pues supongo que he "desperdiciado" mi tiempo, aunque no lo siento así. Quizás en un universo paralelo no te haya leído, y entonces sí que lo habré desperdiciado :P
ResponderEliminarTiene gracia, la última novela que termine hace un par de días, "Interworld" (de Neil Gaiman y Michael Reaves) basa precisamente toda su premisa en eso: la existencia de una infinidad de mundos paralelos que se crean constantemente, solo que en lugar de ser con cualquier decisión es solo con las realmente trascendentales... Ahora bien, el tema está en ¿cuáles son las decisiones verdaderamente importantes? ¿Cómo las distingues?
En un mundo paralelo, o en muchos de ellos yo no conocí al amor de mi vida. Eso es algo casi cierto, pues fue una completa casualidad que nos conociéramos. Eso implica que, probablemente, en ese mundo paralelo yo no sea poeta. A lo mejor ni siquiera creo en el amor. ¿Quién demonios soy en ese mundo sin las dos cosas que más definen mi ser en este? Es tétrico pensarlo, la verdad.